Por Annie Hernández G.
Presidenta de Mujeres Empresarias de Alto Impacto ASECEM
Hace poco cerré una negociación por varios millones. La respuesta que recibí no fue “felicidades”, sino “¿y cómo le haces con tu familia?” Nadie le pregunta eso al CEO que acaba de firmar el mismo contrato.
Aquí está la verdad que nadie quiere decir en voz alta: el éxito de una mujer todavía genera incomodidad. Y no solo en los hombres. También en otras mujeres que aprendieron que nuestro lugar es ser “suficiente”, nunca “demasiado”.
El Precio Invisible del Liderazgo Femenino
Nos enseñaron que si trabajábamos duro, si éramos inteligentes, si nos preparábamos mejor que nadie, las puertas se abrirían solas. Mentira. Las puertas se abren cuando aprendemos a patearlas.
Pero hay un costo que nadie menciona en los discursos motivacionales: la soledad del liderazgo femenino. Cuando llegas a espacios donde pocas mujeres han estado, descubres que no tienes red de seguridad. Los hombres tienen décadas de códigos no escritos, almuerzos informales, partidos de golf donde se tejen alianzas. Nosotras tenemos que descifrar esas reglas en tiempo real, mientras nos evalúan con lupa.
Y si fracasamos, no fracasamos solas. Fracasamos por todas las mujeres que vendrán después.
La Gran Mentira de la Conciliación
“Balance vida-trabajo”. Esa frase que se repite como mantra, como si fuera posible, como si no fuera otro estándar imposible diseñado solo para nosotras.
A los hombres exitosos se les llama “dedicados”. A nosotras, “ausentes”. Un empresario que viaja constantemente es “visionario”. Una empresaria que hace lo mismo está “descuidando sus prioridades”.
Aquí está mi verdad incómoda: no hay balance cuando el sistema está diseñado para que tú pierdas. Hay decisiones. Hay sacrificios. Hay días en que eliges tu empresa sobre la reunión escolar, y está bien. Los hombres lo han hecho durante siglos sin que nadie cuestione su amor por sus hijos.
Lo Que Las Mujeres Poderosas No Te Cuentan
Detrás de cada mujer que “lo tiene todo” hay:
- Una cuenta bancaria que le da la libertad de decir “no”
- Cicatrices de batallas que libró en silencio
- Relaciones que no sobrevivieron su crecimiento
- Noches sin dormir tomando decisiones que afectarían a cientos de personas
- La valentía de ser odiada por quienes esperaban que fuera más pequeña
El empoderamiento real no es instagrameable. No viene con frases bonitas sobre “creer en ti misma”. Viene cuando decides que tu comodidad financiera, tu autoridad y tu ambición son más importantes que ser querida por todos.
La Revolución Que Nadie Está Transmitiendo
El cambio real no ocurre cuando una mujer excepcional rompe barreras. Ocurre cuando las mujeres promedio tienen las mismas oportunidades que los hombres mediocres que ocupan posiciones de poder.
Necesitamos dejar de celebrar a la “primera mujer en…” y empezar a construir sistemas donde ser mujer no sea el dato relevante de la historia.
¿Quieren saber qué es verdadero empoderamiento empresarial?
- Contratar mujeres sin preguntarles sobre maternidad
- Pagar salarios equitativos sin que tengamos que negociar como gladiadoras
- Promover basándose en resultados, no en “potencial” (esa palabra que siempre favorece a los hombres)
- Crear espacios donde el liderazgo femenino no sea tratado como experimento social
El Legado Que Elegimos Dejar
No estoy aquí para inspirarte con mi historia de superación. Estoy aquí para decirte algo más valioso: tu ambición no necesita justificación.
Querer más dinero, más poder, más reconocimiento no te hace menos mujer. Te hace empresaria. Y es hora de que dejemos de pedir perdón por ello.
A las mujeres de Mujeres Empresarias de Alto Impacto les digo: nuestro trabajo no es demostrar que merecemos estar aquí. Nuestro trabajo es construir un mundo donde nuestras hijas nunca tengan que demostrarlo.
El día que el éxito de una mujer sea tan ordinario como el de un hombre, habremos ganado. Hasta entonces, seguiremos siendo la piedra en el zapato de un sistema que preferiría que fuéramos más calladas, más pequeñas, más agradecidas.
Pero ya no estamos pidiendo permiso. Estamos tomando lo que construimos con nuestras propias manos.
La pregunta no es si estás lista para liderar. La pregunta es: ¿el mundo está listo para tu liderazgo sin disculpas?
