La Mentira de la Multitarea: Por Qué Dejé de Intentar Ser Supermujer

Por Annie Hernández G.
Presidenta de Mujeres Empresarias de Alto Impacto ASECEM

Me desperté a las 5:00 AM. Preparé desayunos. Revisé correos mientras me maquillaba. Llevé a los niños a la escuela. Presenté una propuesta millonaria. Negocié con proveedores. Atendí tres juntas. Compré el regalo de cumpleaños que casi olvido. Cené de pie revisando el teléfono. Me dormí exhausta sintiendo que no hice suficiente.

Durante años, creí que eso era empoderamiento. Hoy sé que era esclavitud disfrazada de eficiencia.

La Trampa de “Poder con Todo”

Nos vendieron una mentira envuelta en papel de regalo motivacional: que las mujeres podemos tenerlo todo. Carrera exitosa, familia perfecta, cuerpo impecable, vida social activa, hobbies enriquecedores. Todo, todo el tiempo, sin fallar nunca.

Lo que no nos dijeron es que “tenerlo todo” significa hacer malabares con granadas. Y eventualmente, algo explota.

La multitarea no es un superpoder femenino. Es una imposición cultural que nos condena a vivir divididas, dando el 60% a todo en lugar del 100% a lo que realmente importa.

El Día Que Dije “No”

Hubo un momento decisivo en mi carrera. Me invitaron a un consejo empresarial importantísimo, el tipo de oportunidad que no se rechaza. La reunión era el día del festival escolar de mi hija.

La vieja Annie habría intentado llegar a ambos. Habría salido corriendo del festival, llegado tarde a la reunión, y sentido culpa en ambos lugares. La nueva Annie eligió.

Fui al consejo. Me perdí el festival. Y sí, dolió. Pero aprendí algo revolucionario: elegir no es fracasar. Es liderar tu propia vida.

Mi hija sobrevivió mi ausencia. Yo gané un lugar en una mesa de decisión estratégica. Y lo más importante: dejé de disculparme.

Lo Que Perdemos al Intentar Serlo Todo

Cuando tratamos de cumplir todos los roles perfectamente, perdemos algo invaluable: nosotras mismas.

Perdemos la capacidad de concentración profunda que requiere la verdadera innovación empresarial. Perdemos la paz mental que viene de tener prioridades claras. Perdemos la autenticidad, porque estamos demasiado ocupadas actuando lo que otros esperan de nosotras.

Y aquí está la parte que nadie menciona: también perdemos respeto profesional.

Porque mientras nosotras llegamos corriendo de la reunión escolar a la junta directiva con galletas en la bolsa y disculpándonos por el retraso, nuestro colega varón llega tranquilo después de su partido de golf. ¿Quién creen que proyecta más autoridad?

La Revolución de las Prioridades

El verdadero empoderamiento no es hacer más. Es elegir mejor.

Aquí están las verdades incómodas que aprendí:

No tienes que asistir a cada evento escolar para ser buena madre. Tu presencia de calidad vale más que tu presencia constante.

No tienes que responder cada mensaje inmediatamente. La urgencia de otros no es tu emergencia.

No tienes que ser la organizadora de todo en tu familia. Delegar no es fracasar; es liderar.

No tienes que justificar tus decisiones empresariales con narrativas emocionales. “Porque es bueno para el negocio” es razón suficiente.

El Permiso Que Nadie Te Va a Dar

Esperamos que alguien nos diga: “Está bien que no hagas todo. Está bien que priorices tu empresa. Está bien que a veces elijas tu carrera sobre las expectativas familiares.”

Ese permiso nunca llegará. Así que te lo doy yo: tienes permitido ser ambiciosa sin ser abnegada.

Los hombres llevan siglos haciéndolo. Construyeron imperios mientras alguien más criaba a sus hijos, organizaba sus casas, recordaba los cumpleaños familiares. Y nadie cuestionó su compromiso familiar.

¿Por qué nosotras tenemos que ser diferentes?

La Fórmula Que Funciona

Después de años de intentar equilibrar lo imposible, encontré una verdad simple:

No puedes tener todo al mismo tiempo. Pero puedes tener lo correcto en el momento correcto.

Hay temporadas para construir tu negocio con intensidad. Hay temporadas para estar más presente en casa. Hay temporadas para cuidarte a ti misma. La clave no es balancear todo diariamente. Es reconocer en qué temporada estás y actuar en consecuencia.

Sin culpa. Sin disculpas. Con claridad estratégica.

El Legado Real

No quiero que mis hijas me recuerden como la mujer que estaba en todos lados pero nunca completa en ninguno. Quiero que me recuerden como la mujer que tuvo el valor de elegir, la inteligencia de priorizar, y la fortaleza de vivir con las consecuencias de sus decisiones.

Quiero que vean que una mujer puede ser CEO sin ser mártir. Que el éxito no requiere sacrificar tu salud mental en el altar de las expectativas ajenas.

El mundo no necesita más supermujeres exhaustas. Necesita mujeres poderosas que sepan cuándo decir no.

A las empresarias de Alto Impacto ASECEM les digo: dejen de glorificar el agotamiento. La multitarea constante no es medalla de honor; es señal de falta de límites claros.

Tu valor no se mide por cuántas cosas haces simultáneamente, sino por el impacto que generas cuando te enfocas en lo que realmente importa.

Yo dejé de ser supermujer. Y me convertí en líder.


¿Cuántas granadas más necesitas que exploten antes de soltar algunas?

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