El agua es mucho más que un recurso natural, es un factor estratégico para la productividad, la competitividad y el desarrollo económico de nuestro país.
En el Estado de México, donde se concentra uno de los corredores industriales más importantes de la nación, el agua es el motor silencioso que impulsa a miles de empresas, grandes y pequeñas, que todos los días generan empleo, inversión y bienestar.
Detrás de cada producto elaborado en territorio mexiquense ya sea un alimento procesado, una prenda, una pieza automotriz o un componente electrónico, hay litros de agua empleados en su proceso de producción.
El agua participa en prácticamente todas las etapas: se utiliza para la limpieza, el enfriamiento de maquinaria, el transporte de materias primas y la generación de energía. Sin agua, las plantas se detienen, los empleos se ponen en riesgo y la cadena económica se rompe.
El Estado de México es un referente nacional en sectores como el automotriz, alimentario, farmacéutico y metalmecánico. Todos ellos tienen algo en común, dependen del suministro de agua para mantener su operación. Por ello, la gestión responsable de este recurso no solo es un tema ambiental, sino un asunto empresarial y de competitividad.
Cuidar el agua significa garantizar la continuidad de los negocios, la atracción de inversiones y la estabilidad de miles de familias que dependen de la industria.
Sin agua no hay industria; sin industria no hay inversión; sin inversión no hay empleo, y sin empleo no hay bienestar. Esta cadena resume la importancia de proteger un recurso que, aunque parece cotidiano, es el verdadero cimiento de la economía. En el Estado de México.
Por un México más competitivo,
Raúl Chaparro