Las mujeres en México ya contribuyen con una porción significativa a la economía nacional: se estima que su actividad económica – remunerada y no remunerada – representa hasta alrededor del 35-40 % del producto interno bruto (PIB). Sin embargo, la participación formal en el mercado laboral sigue siendo baja, lo que limita el potencial de crecimiento económico.
¿Cuál es el panorama?
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la participación económica de las mujeres creció de 43 % a 46 % en la última década, pero continúa por debajo del promedio de la Organisation for Economic Co‑operation and Development (67 %).
Por otra parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que las labores domésticas y de cuidado no remuneradas —donde predominan las mujeres— representan el 26.3 % del PIB, de los cuales el 71.5 % corre a cargo de mujeres.
Una investigación del Milken Institute señala que si la tasa de participación laboral femenina se igualara a la masculina, México podría sumar hasta US$ 391 mil millones al PIB, lo que equivale a un aumento de más de 25 %.
¿Por qué importa?
Cuando las mujeres participan más activamente en la economía —no únicamente con trabajo remunerado, sino también con el reconocimiento del trabajo de cuidados— se abre una vía importante para el crecimiento inclusivo del país. El IMCO estima que un aumento en la participación femenina podría elevar el PIB estatal en promedio un 4.9 % hacia 2035.
Obstáculos principales
La tasa de participación laboral de las mujeres en México es apenas 45.5 %, frente a alrededor de 75 % de los hombres.
Las mujeres concentran gran parte del trabajo no remunerado de cuidados, lo que limita su disponibilidad para empleos formales de mayor remuneración.
Persisten brechas en inclusión financiera, acceso a activos, informalidad laboral y salarios más bajos para mujeres.